El Fútbol femenino enfrenta prejuicios, carencia de inversiones, y falta de compromiso de los clubes.

Estancadas

Desde la creación del primer campeonato organizado por la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF) en 1996, el fútbol femenino en Uruguay ha logrado muchos avances, aunque no siempre consistentes. Alcanzó su mayor éxito en 2012, cuando la selección nacional sub 17 consiguió por primera vez la clasificación a una Copa del Mundo. Sin embargo, referentes de este deporte creen que su desarrollo está estancado y son poco optimistas al proyectar que un suceso similar se repeta en el corto plazo.

En 1995 la FIFA obligó a la AUF a oficializar la práctica del fútbol femenino en Uruguay mediante la creación de una competición interna y la formación de una selección nacional. Desde entonces, anualmente, el máximo órgano rector del fútbol brinda una ayuda económica, que actualmente es de 37.500 dólares, para sostener esta actividad.

Luchando contra los estereotipos machistas que, aún hoy, asocian la práctica del fútbol femenino al lesbianismo y tildan de “machonas” a las que disfrutan de correr detrás de una pelota, más de 2.500 mujeres y niñas se animan a hacerle frente a los prejuicios, tanto en el ámbito de la AUF como en los de la Organización del Fútbol del Interior (OFI) y la Organización Nacional de Fútbol Infantil (ONFI).

CRECE DESDE EL PIE

Según la profesora Fabiana Manzolillo, ex entrenadora de la selección nacional y actual directora técnica de Colón, “tener un campeonato exclusivo de fútbol infantil femenino en ONFI es un avance enorme. Se notan las diferencias entre quienes han participado en los campeonatos de ONFI y las que empiezan a jugar a los quince años. Tienen una base de aprendizaje mucho mayor”. Ella no tuvo esa oportunidad. Cuando participó en el primer campeonato organizado por la AUF “ya era grande” (tenía 24 años) y antes sólo había podido jugar con “primos, tíos y otros familiares, más que nada”.

En 2002 ONFI habilitó a las niñas a jugar junto con los varones en equipos de fútbol infantil; y a partir de 2005 creó un campeonato exclusivamente femenino en dos categorías: sub 10 y sub 13. Tres años después la categoría de sub 10 pasó a ser de sub 11 y en 2014 se agregó la categoría para menores de 9 años. Actualmente las niñas pueden tener un doble fichaje: jugar en un equipo mixto y en otro exclusivamente femenino.

En cuanto a campeonatos juveniles, la AUF inició a fines de 1999 competencias en dos categorías que varían entre sub 15 o sub 16 y sub 18 o sub 19 (según esté fijado el siguiente sudamericano). En 2012, se realizó un torneo sub 15 en conjunto entre la AUF y OFI, y a partir de 2013 OFI se lanzó con su propia competición en la categoría sub 16. “Pero las juveniles no cuentan con el apoyo de los clubes que tendrían que tener”, señala Graciela Rebollo, la entrenadora que llevó a la selección sub 17 al Mundial de Azerbaiyán 2012. En efecto, la actividad en las formativas de la AUF se vio interrumpida entre 2004 y 2007.

Rebollo indicó que “como las juveniles son difíciles de trabajar y los logros no se ven inmediatamente, mucho de los clubes no le dan importancia al pasaje por juveniles y algunas chicas con 13 o 14 años ya hacen el salto a primera”. “Es un proceso a pasos agigantados respecto a los varones”, remarcó. Hay casos excepcionales como el de Colón, que es el único equipo que tiene fútbol infantil con niñas que juegan desde los nueve años. Los resultados están a la vista: son las últimas campeonas en sub 16 y en mayores. Manzolillo aclaró: “Hay chiquilinas (de la sub 16) que podrían estar jugando en primera división, pero yo las quiero cuidar y quiero que jueguen primero en su categoría”.

NO SE PUEDE VIVIR DEL AMOR

El fútbol femenino local comparte las carencias de cualquier deporte amateur en nuestro país: falta inversión que atraiga profesionales capacitados para mejorar el nivel de la competencia a nivel local e internacional.

Manzolillo afirma que “la falta de entrenadores recibidos es un obstáculo enorme. De los 16 equipos que juegan en primera los que estamos recibidos son los que pelean arriba: Nacional, Cerro y Colón”. En el resto de los equipos dirigen “el tío de, el abuelo de o el papá de; gente que le encanta el fútbol y juntan ellos mismos a las jugadoras y el club les otorga el nombre y en algunos casos la camiseta y se lanzan a jugar”, explicó. Los únicos cuerpos técnicos que cobran por su trabajo son el de Nacional y el de Colón.

Respecto a las futbolistas, Rebollo asegura que el fútbol femenino “es totalmente amateur” y por ende no reciben ningún dinero por jugar. “Salvo una época en que Nacional le daba un viático para boletos a las jugadoras, y también en Colón cuando vino un empresario –que tenía espíritu de técnico– que le pagaba a quienes realmente se destacaban o venían del interior”, puntualizó. La entrenadora de Colón dijo que actualmente se les paga el pasaje a tres jugadoras que vienen del interior, pero al resto no se les paga nada.

El campeonato local es muy desparejo. Hay tres equipos fuertes (Nacional, Cerro y Colón) que pelean arriba en la tabla de posiciones y excepto en los partidos que se enfrentan entre sí “el resto se define por goleada”, contó Manzolillo. Rebollo, cuya hija juega

en Colón, entiende que el bajo nivel del torneo afecta la competitividad y provoca que incluso los cuadros fuertes “se estanquen: no tienen un campeonato realmente competitivo que les exija y las ayude a crecer”. Manzolillo coincide y entiende que esa es una de las razones que explican por qué a nivel sudamericano de clubes “estamos muy lejos”. “No agarramos el balón ni por asomo”, contó. En la última Copa Libertadores, Colón perdió los tres partidos y dos de forma abultada: con Colo Colo (Chile) 8-2,

y con Adeco (Brasil) 4-0). A nivel de selecciones la distancia en el nivel es un poco menor. En el último sudamericano jugado en setiembre de 2014 en Ecuador “ganamos dos y perdimos dos”, dijo Manzolillo.

Rebollo explica que en el torneo local la diferencia entre los equipos fuertes y los otros es que los primeros “trabajan un poco más prolijo y de manera más seria. En los otros cuadros hay más irregularidades: a veces practican, a veces se suspende. Entonces la que se destaca o sobresale tiende a ir a los cuadros con un poco de mejor infraestructura y apoyo, donde hay otro espíritu”, y Manzolillo coincide.

Pero incluso en las formativas de los mejores cuadros, Rebollo cree que hace falta mayor preocupación por apoyar a las jugadoras en el estudio, en la alimentación y en el entorno familiar y social. “No hay un seguimiento serio y entonces a la larga se pierden futuras deportistas que son las que pueden marcar la diferencia en una generación”, agregó.

PROCESOS Y COMPROMISOS

Rebollo considera que la AUF debe tener una política a nivel de clubes que obligue a todos los de primera división “a comprometerse y tener un plantel femenino. Así como te exigen tener formativas en todas las categorías, tienen que exigir tener un plantel femenino”.

“En la teoría, en los papeles, está, pero no hay una exigencia real porque dicen que requiere inversión”, comentó.

Argumentó que la inversión que hay que hacer “es mínima, porque todavía hoy, por desgracia, es mano de obra barata. Porque a igualdad de responsabilidades, hay desigualdad de derechos”, dijo en referencia a la diferencia salarial que existe, por ejemplo, entre los técnicos que dirigen las selecciones nacionales masculinas y quienes están al frente de los planteles femeninos. “Y no es cuestión de género –aseguró–, sino del fútbol femenino, porque los entrenadores hombres también ganan lo mismo”.

Respecto a la selección nacional ambas entrenadoras, que supieron estar al frente de planteles celestes, reclaman que se respeten los procesos. Manzolillo fue la última entrenadora de la selección mayor en el sudamericano que se realizó en setiembre de 2014 en Ecuador, pero su contrato terminó al bajar del avión y todavía no se ha designado a quien ocupará ese lugar.

Contó que “el tema de la selección es complicado desde el cambio de directiva [en la AUF]. Con [Sebastián] Bauzá se trabajaban procesos largos: si había un sudamericano nos daba un año para trabajar con la selección femenina. Pero señala que Wilmar Valdez “no quiere procesos largos”. Según explicó, el presidente de la AUF argumenta –haciendo una comparación con el plantel masculino– “que si el maestro Tabárez tiene a sus jugadores un mes antes de ir a un Mundial, nosotras tenemos que poder hacerlo también para ir a un sudamericano”.

Manzolillo declaró que todavía no se sabe cuándo se designará al futuro cuerpo técnico de la selección mayor. “Cuando [la presidenta del Consejo de Fútbol Femenino de la AUF] Nair (Ackermann) pueda conversar con Valdez –si tiene tiempo– se pondrán de acuerdo”, vaticinó. Según Manzolillo, la presidenta del Consejo de Fútbol Femenino de la AUF “sabe cómo es nuestra realidad en el fútbol femenino y siempre está peleando por procesos largos de selección, porque considera que está ahí el trabajo, pero está atada de pies y manos”. “No puede hacer nada sin que el Ejecutivo masculino lo apruebe. Entonces de nada vale tener a alguien que realmente conoce la realidad del fútbol femenino –que no es la misma que la del fútbol masculino– y pelear porque se hagan las cosas diferentes, cuando no se le da la aprobación”, concluyó.

EL FUTURO QUE NO VIENE

Tras la clasificación de la selección sub 17 a la Copa del Mundo en 2012 Manzolillo pensó que iba a haber un antes y un después. “Pero para mí sigue todo igual, seguimos viviendo en una sociedad machista”. Rebollo recuerda que el pasaje al Mundial de Azerbaiyan obtenido en el sudamericano de Bolivia en 2011 “fue un boom”. “Durante una semana estuvimos en todos los medios de prensa, en todas las radios y en la televisión, y de invitadas a algún lado; empecé a ver más niñas jugando al fútbol en las plazas, en las escuelas”, ilustró. Pero al igual que Manzolillo cree que el fútbol femenino se ha estancado.

“Como el fútbol femenino no reditúa todavía, los clubes no se involucran y no hay inversiones de privados. Primero fue por un tema de imagen: se asociaba al fútbol femenino con el lesbianismo”, explica Rebollo, y Manzolillo agrega: “Seguimos con la lucha de género. Si seguimos con los prejuicios de que la nena no puede jugar al fútbol a nivel social, no vamos a poder avanzar. Somos muy pocas las mujeres que nos dedicamos a este deporte”.

La entrenadora de Colón reconoce que “las niñas ahora tienen un espacio en donde desarrollarse que antes no lo tenían”, pero cree que “seguimos siendo un país machista: al varón se le regala una pelota y a la nena una muñeca, como diciendo ‘vos te vas a dedicar a jugar al fútbol y vos a ser mamá’”. “Eso sigue siendo así”, reafirma. Por estos motivos, sumado a “que no te dan procesos largos de selección” y que tenemos un campeonato de bajo nivel, Manzolillo siente que la clasificación al Mundial fue un caso aislado y duda que se pueda repetir.

Rebollo es un poco más optimista: “Creo que viene una cantidad de niñas con muy buen nivel –más que el que yo agarré en 2011– pero hay que tener un seguimiento y políticas deportivas con proyección y profesionalismo (que no pasa por cobrar buenos sueldos, sino por la formación y la preparación)”. Apuesta a seguir trabajando en formativas para

“poder revertir la imagen” y que “no quede como que lo nuestro [el vicecampeonato sudamericano y la clasificación al Mundial] fue un caso excepcional o un ‘toque de suerte’”.

“Hay que apostar a que los clubes le abran la puerta a las mujeres porque de ellos nos tenemos que nutrir si queremos avanzar en la rama femenina”, expresó Rebollo, pero reconoció que es difícil porque hay gerentes que dicen “mientras esté yo en el club no va a haber fútbol femenino”. “Así que esperemos que cambien algunas cabezas”, concluyó.

_ Federico Zugarramurdi

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