Emiliano Alfaro pica en diagonal en busca de un pase profundo que fue a parar justo a espaldas de los zagueros de Torque, en medio de una llovizna intensa y permanente. La pelota, como tantas otras veces, cae en sus pies, pronta para recibir el último golpe que la deposite en la red. El goleador logra puntearla por encima del arquero y la mira de reojo, mientras ella se traslada, mansamente, hacia la red, haciendo infructuoso el intento de uno de los zagueros que trata de evitar el primer gol. Corrían 37 minutos del primer tiempo del partido entre Torque y Liverpool, que significó el reencuentro de Alfaro con el gol y con su gente. Cerca de 400 hinchas de Liverpool se trasladaron esa lluviosa tarde de setiembre al Estadio Juan Antonio Lavalleja, de Trinidad (Flores), para ver el debut de su equipo en la Segunda División Profesional, en busca de un pronto de retorno a Primera.
Alfaro tiene 26 años y tras recorrer por algún tiempo las canchas de Argentina, Italia y Emiratos Árabes Unidos, decidió pegar la vuelta a Uruguay y a su querido Liverpool, el cuadro que lo lanzó a la fama y que le permitió pegar el salto al fútbol internacional. No era un buen año para el conjunto negriazul, pero el regreso del “Emi” permitió matizar un poco la tristeza que causó el descenso deportivo.
Por eso no extrañó a nadie que cuando Alfaro fue sustituido, a los 77 minutos del partido, una ovación lo despidiera de pie. Era parte del reconocimiento de la hinchada de Liverpool a uno de sus ídolos contemporáneos, al botija que pegó la vuelta en el peor momento de la institución y que, con fútbol y goles, quiere devolver el club a la categoría principal.
DE TREINTA Y TRES A MONTEVIDEO
Su primer contacto con el fútbol de la capital fue en 2004, cuando tenía 16 años. Jugaba en la selección juvenil de Treinta y Tres, y fue citado por el técnico Gustavo Ferrín para integrar la selección uruguaya Sub 17, que se preparaba para disputar el Sudamericano en Venezuela. Cuando se enteró de la noticia pensó que se había sacado el Cinco de Oro.
“Cualquier niño que patea una pelota sueña, en algún momento, poder llegar a la selección, y para nosotros, en el interior, es un sueño que se ve lejos”, recuerda Alfaro, sentado en el living de su casa, donde recibió a TÚNEL.
Su rendimiento en esos campus de entrenamiento comenzó a despertar el interés de varios clubes de Montevideo. Alguno de ellos ya había intentado adquirir su ficha, pero se encontraron con la negativa de la familia. “En mi casa se priorizaba el estudio y venirme para Montevideo implicaba relegar, al menos por un tiempo, un montón de cosas, sobre todo por la adaptación que significa llegar del interior a la capital; por un motivo o por otro se fue dejando para después”, cuenta.
Su presencia en la Sub 17 hizo que los tiempos se aceleraran. Entre las ofertas eligió la de Liverpool, una institución que cumplía con las condiciones para potenciar su carrera deportiva, sin perder de vista su formación como persona; un equipo menor que apostaba a la formación de juveniles como parte de un proyecto a largo plazo, pero que también brindaba facilidades para continuar los estudios.
Además, el club tenía gente preparada para contener y apoyar a los adolescentes del interior que padecían el desarraigo y extrañaban a sus familias. “Para un niño, un adolescente, de quince o dieciséis años venirse del interior es todo un tema, porque tus amigos se quedan allá, venís a estar solo en Montevideo, y si bien son pocos kilómetros en distancia, no podés ir siempre. Es como estar en otro país. Estar en Liverpool me dio ciertas facilidades que hicieron que la adaptación fuera más fácil”.
“Nos trataban de una manera especial, sabían que éramos gurises de afuera y que necesitábamos la contención futbolística, pero también la contención familiar, porque estábamos solos y era difícil”, expresa Alfaro.
El proceso de adaptación fue más rápido de lo habitual, ya que no sólo contaba con la experiencia de la selección juvenil, sino que, junto a otro joven con grandes condiciones, Elías Ricardo Figueroa, llegó directo al equipo profesional.
“A veces bajábamos a jugar en Tercera o algún partido en Cuarta, pero muy poco. Primero debutó él, después yo, y empezamos a seguir fijos en Primera División”, cuenta. Su debut se produjo a los pocos meses de llegar, con sólo 17 años. Fue en el estadio de Belvedere, frente a Miramar Misiones. “Perdíamos 1-0 y terminamos ganando 2-1”, recuerda.
EL PASE AL EXTERIOR
En Liverpool, Alfaro se hizo amigo de la red. Convirtió más de 40 goles oficiales y su nombre comenzó a sonar en algunos de los mercados más poderosos del mundo, hasta que en 2010 se le abrieron las puertas del fútbol argentino. Su destino fue San Lorenzo de Almagro. Posteriormente, jugó en Italia (Lazio) y Emiratos Árabes Unidos (Al Wasl Football Club). “Fueron experiencias distintas, desde todo punto de vista; cada una de ellas me dejó enseñanzas”, explica Alfaro.
“A San Lorenzo me fui con la expectativa de ser campeón, en el auge de mi carrera porque había ‘explotado’ en Uruguay. Me llevó el Cholo [Diego] Simeone. Llegamos y nos encontramos con un montón de dificultades, no podíamos ganar, fue un año difícil, pero me sirvió como experiencia”, narra.
Cuando terminó el préstamo a San Lorenzo debió volver a Liverpool. Su objetivo de consolidarse en el exterior no se había concretado, pero decidió “no bajar los brazos” y redoblar el esfuerzo para “salir de vuelta, ahora sí en forma definitiva”.
Su destino fue la Lazio. “Me encontré con un equipo grande de Italia, competitivo en todos los sentidos, donde no podés regalar nada, porque hay veinte en tu posición. Entre ellos [estaba el delantero alemán Miroslav] Klose, goleador histórico de los mundiales, un tipo ejemplar”.
Consciente de que no tendría los minutos suficientes para continuar con su desarrollo personal como futbolista consideró que lo mejor era buscar posibilidades de jugar en otro mercado, y se le abrió la chance en un lugar desconocido: Emiratos Árabes Unidos.
“No sabía cómo era, porque en Uruguay no tenemos mucho conocimiento de cómo son las cosas allí. Me informé y decidí ir, porque Juan Manuel Olivera y el Canguro [Richard] Porta me dieron para adelante, me dijeron que era un fútbol que estaba creciendo. Fui, me fue bien, tuve la suerte de jugar todos los partidos y de hacer goles, fue una experiencia bárbara que me dejó enseñanzas no sólo positivas, sino también de las otras, y que a nivel cultural me hizo aprender un montón de cosas”. En el país asiático estuvo un año, tras lo cual volvió a la Lazio, donde sufrió una lesión en su rodilla. Ahí comenzó a pensar en pegar la vuelta.
DE ROMA A BELVEDERE
Con 26 años estaba convencido de que debía jugar y que en Lazio no tendría las oportunidades que pretendía. No sólo por el nivel de los jugadores con
los que competía, sino porque retornar de una lesión hacía más difícil lograr su objetivo. Desde Montevideo las noticias tampoco eran buenas: después de varios años y pese a ser considerado un club modelo, Liverpool descendió a la Segunda División.
Fue entonces que comenzó a manejar la idea del retorno, con dos objetivos: ayudar al club en un momento complicado y jugar en un equipo en donde estuviera “tranquilo” tanto a nivel deportivo como personal para volver a sentirse futbolista. La negociación cristalizó y Alfaro fue cedido a préstamo por un año (hasta junio de 2015) al negriazul.
El cambio fue importante. Pasó del fútbol profesional italiano a la Segunda División uruguaya, con todo lo que implica a nivel de infraestructura y económico. “Es una decisión que tomé sabiendo qué iba a pasar”, dice, aunque afirma que el fútbol uruguayo no cambió mucho desde que le tocó debutar.
“Se ha mantenido estable desde hace muchos años, aunque se ha profesionalizado en algunas cosas. Sigue habiendo la misma tendencia: los jugadores que debutan jóvenes se van al exterior y vuelven los más veteranos ya con la carrera hecha. Quizás ha cambiado un poco el enfoque del vestuario. Cuando debuté, hace diez años, éramos dos o tres juveniles y el resto era gente grande, hoy te ponés a ver un vestuario y la mayoría son juveniles y dos o tres grandes. Desde esa perspectiva ha cambiado”, dice Alfaro.
Más allá de eso, y su experiencia internacional, Alfaro no se considera un referente. “Me siento como un compañero que está para sumar desde la experiencia que tengo y de lo que me ha tocado vivir, y también desde el día a día. Uno puede tener mucha experiencia pero si en el día a día no te volcás a dar el ejemplo no sirve de nada. Siento que para la edad que tengo he recorrido un camino que me da un poco de experiencia, pero con eso no basta”.
“Día a día hay que demostrar que querés seguir adelante y con eso se da el ejemplo. Siempre traté de hacerlo, no sólo ahora, cuando tenía 16, 17 años ya sabía que el único camino para lograr un objetivo era el trabajo. Está un poco trillado pero es real: el trabajo, la constancia y un montón de cosas hacen que a la larga los frutos se vean. Eso hay que mantenerlo en todo momento”, señala Alfaro, que por ahora no quiere pensar mucho en el futuro, sino que se dedica al presente. Ese presente que hoy es Liverpool, el equipo al que volvió para sentirse jugador de fútbol y lograr el ascenso, ese que está cerca.



_ Mauricio Pérez
La Celeste
¿Tenés una deuda personal con la selección? ¿Te hubiera gustado estar más tiempo en el plantel?
Sí, claro, me gustaría estar hoy mismo. Pero es difícil por el nivel de los delanteros de la selección que es impresionante a nivel mundial. Hoy decís “Uruguay” y te dicen “Suárez” o “Cavani” en cualquier parte del mundo. Los delanteros que están son jugadores de gran nivel. Si bien puede haber alguna posibilidad de recambio, reconozco que hoy es algo muy difícil, más jugando en Segunda División. Es algo que veo lejos, pero el fútbol es dinámico y hoy podés estar en una situación complicada y mañana estar de vuelta arriba, y quién te dice no tener nuevamente la posibilidad de estar. Es difícil, pero la situación puede cambiar en cualquier momento y las puertas se pueden abrir.
¿Qué te dejó tu experiencia con la selección uruguaya?
Muchísimas cosas. Estar en ese grupo fue espectacular, porque ha logrado muchas cosas. Es un grupo como cualquiera de trabajo, que me abrió las puertas desde el primer momento. Si bien en mi caso hice todo el proceso, sudamericanos Sub 17, Sub 20 y mundiales de las dos categorías, llegar a la selección mayor fue alcanzar una meta que tenía planteada. Pero con eso no me puedo quedar, trato de seguir pensando que puede haber una posibilidad. Me dejó una experiencia de vida y futbolística espectacular el compartir cosas con un grupo que ha conseguido cosas importantes para el fútbol uruguayo, y traté de aprovecharlo al máximo en todos los sentidos.
“Me siento hincha de Liverpool”
¿Qué implica pasar de un fútbol súper profesional como el italiano a jugar en la Segunda División de Uruguay?
Es un cambio enorme, está clarísimo: en materia de infraestructura, en la parte económica. En Uruguay encuentro cosas que en el exterior no, y a veces hay que poner en la balanza determinado tipo de situaciones para analizar qué es lo conveniente.
Uno de tus objetivos al regresar a Liverpool era volver a sentirte futbolista. ¿Se cumplió ese objetivo?
Sí, porque tengo la posibilidad de formar parte de un equipo, que es lo que siempre he querido. Si me quedaba en la Lazio iba a estar relegado en cuanto a posibilidades de jugar y por más que estés en Europa, si no jugás, la cabeza te empieza a trabajar de otra manera, más viniendo de una lesión de un tiempo, como era mi caso. Hoy estoy jugando, estoy teniendo continuidad, a nivel grupal estamos consiguiendo cosas importantes, y eso ayuda para que lo personal resalte un poco más.
¿Te sentís ídolo en Liverpool?
No sé si me siento ídolo, pero sé que la gente está muy agradecida. Desde antes que me fuera al exterior, siempre me demostraron mucho cariño y agradecimiento, y eso es recíproco. Al haber vuelto en una situación como esta la gente lo agradece y me lo demuestra, no sólo en los partidos, sino también día a día, en las redes sociales.
¿Sos hincha de Liverpool?
Como todo niño del interior es muy difícil ser hincha de un equipo menor o que tu padre sea hincha de un equipo menor y te lo inculque. Llegué a Liverpool con 16 años y viví de todo: me trataron como en mi casa desde el principio, me dieron la oportunidad, me tocó debutar, clasificamos a la Copa Sudamericana por primera vez en la historia, después a la Libertadores. Hay un montón de factores que hicieron que me fuera metiendo cada vez más en lo que es Liverpool. Me considero hincha, pero tampoco me gusta “vender humo” y decir “soy hincha de Liverpool”. Todo este tiempo y las cosas vividas me han hecho sentir un cariño grande por el club. Ser hincha capaz que implica otra cosa. Me siento hincha de Liverpool, pero no me gusta ir diciéndolo por ahí, porque se puede interpretar mal, pero cuando estoy en el exterior y juega Liverpool quiero que gane, y cuando descendió me dolió en forma impresionante.
Obviamente, soy un profesional y esto es un trabajo, pero el respeto por la institución que te abrió las puertas y donde te ha tocado vivir tantas cosas durante tu vida, no va a faltar nunca. Con el tiempo, y hoy, en otra etapa de mi carrera, te digo que me considero hincha de Liverpool.
Cuando llegaste de Treinta y Tres a la selección Sub 17, ¿pensaste en algún momento que podías alcanzar lo que lograste hasta ahora en tu carrera?
Yo soñaba con jugar al fútbol, con llegar a Primera División, jugar en la selección mayor. No sé si me veía realmente ahí, pero lo soñaba. En el momento en que llegué a Montevideo, me puse como objetivo cosas a futuro, objetivos cortos, pero pensando en cosas a largo plazo y las fui cumpliendo, por suerte se fueron dando.



